Quienes Somos

¿Como surgió La Comunidad de Cristianos?

Al finalizar la primera guerra mundial, varios estudiantes de teología buscaban una “iglesia nueva”. Sabían bien lo que no querían, aunque no conocían exactamente el rumbo a tomar. Como la antroposofía era importante para ellos, pidieron consejo a Rudolf Steiner. El les ayudó a fundar La Comunidad de Cristianos, movimiento para la renovación de la vida religiosa, en septiembre de 1922.

Este movimiento está emparentado, por un lado, con la antroposofía; por el otro, ambos movimientos son totalmente independientes.

El trabajo de La Comunidad de Cristianos se ha consolidado especialmente en el centro y noroeste de Europa; sin embargo, existen congregaciones en todos los continentes, sumando un total de alrededor de trescientas. En Stuttgart/Alemania se encuentra el seminario internacional de sacerdotes.

Somos un movimiento independiente de la iglesia católica romana y de las otras iglesias cristianas protestantes o evangélicas.  La Comunidad de Cristianos tiene como tarea la renovación de la vida religiosa y, con esto, la gran oportunidad de nutrir la vida social desde los sacramentos renovados. Podemos resaltar algunos aspectos:

– Cada ser humano ha de ser reconocido en la comunidad como responsable de sí mismo. La iglesia ya no posee la tarea de educarlo.

– La libertad espiritual del Hombre es totalmente reconocida para el miembro de la comunidad. La confesión de fe no debe entenderse como dogma obligatorio, sino como un camino de aprendizaje para toda la vida vinculado a las más elevadas expresiones acerca de los hechos de Cristo.

– La ciencia espiritual antroposófica puede ser útil como fundamento para el conocimiento que cada cual vaya desarrollando. El ocuparse de ella y reconocerla como válida queda, por supuesto, a criterio de cada uno, y no es de ninguna manera requisito para la participación en la Comunidad.

– Cada Comunidad es autónoma y responsable de regular sus cuestiones internas, como también en lo que respecta al marco legal y a los aspectos económicos, también en relación a la ayuda mutua con otras comunidades.

– También en cuanto a la forma de vida personal cada uno es responsable sólo ante su propia conciencia. Los sacerdotes tienen la tarea de consejeros cuando se les pide ayuda, no son jueces de la conducta de los demás. Lo importante es la autoeducación de cada ser humano.

– La vida social de la Comunidad permite que desde la libre iniciativa individual surja una fuerza que sirva tanto a lo terrenal como a lo celestial.

Así, con ayuda de la Comunidad de Cristianos, puede aparecer en el siglo 21 para la humanidad lo correspondiente a los 21 años del individuo: la responsabilidad sobre sí misma.